jueves, 4 de junio de 2015
V de Vendetta
¡Buenas
tardes, Londres! Permitid que, primero, me disculpe por la
interrupción. Yo, como muchos de vosotros, aprecio la comodidad de
la rutina diaria, la seguridad de lo familiar, la tranquilidad de la
monotonía. A mí, me gusta tanto como a vosotros. Pero con el
espíritu de conmemorar los importantes acontecimientos del pasado,
normalmente asociados con la muerte de alguien o el fin de alguna
terrible y sangrienta batalla y que se celebran con una fiesta
nacional, he pensado que podríamos celebrar este cinco de noviembre,
un día que, lamentablemente, ya nadie recuerda tomándonos cinco
minutos de nuestra ajetreada vida para sentarnos y charlar un poco.
Hay, claro está, personas que no quieren que hablemos. Sospecho que,
en este momento, estarán dando órdenes por teléfono, y que hombres
armados ya vienen en camino. ¿Por qué? Porque mientras pueda
utilizarse la fuerza ¿Para qué el diálogo? Sin embargo, las
palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible
que algo tome significado y, si se escuchan, enuncian la verdad. Y la
verdad es, que en este país, algo va muy mal, ¿no? Crueldad e
injusticia, intolerancia y opresión. Antes teníais libertad para
objetar, para pensar y decir lo que pensabais. Ahora, tenéis
censores y sistemas de vigilancia que os coartan para que os
conforméis y os convirtáis en sumisos. ¿Cómo ha podido ocurrir?
¿Quién es el culpable? Bueno, ciertamente, unos son más
responsables que otros. Y tendrán que rendir cuentas. Pero, la
verdad sea dicha, si estáis buscando un culpable, sólo tenéis que
miraros al espejo. Sé por qué lo hicisteis, sé que teníais miedo
¿Y quién no? Guerras, terror, enfermedades. Había una plaga de
problemas que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sorberos
el sentido común. El temor pudo con vosotros y, presas del pánico,
acudisteis al actual líder, Adam Sandler. Os prometió orden, os
prometió paz. Y todo cuanto os pidió a cambio fue vuestra
silenciosa y obediente sumisión. Anoche intenté poner fin a ese
silencio. Anoche destruí el Old Bailey para recordar a este país lo
que ha olvidado. Hace más de cuatrocientos años un gran ciudadano
deseó que el cinco de noviembre quedara grabado en nuestra memoria.
Su esperanza era hacer recordar al mundo que justicia, igualdad y
libertad son algo más que palabras; son metas alcanzables. Así que
si no abrís los ojos, si seguís ajenos a los crímenes de este
gobierno, entonces os sugiero que permitáis que el cinco de
noviembre pase sin pena ni gloria. Pero si veis lo que yo veo, si
sentís lo que yo siento y si perseguís lo que yo persigo, entonces,
os pido que os unáis a mí, dentro de un año, ante las puertas del
parlamento. Y juntos, les haremos vivir un cinco de noviembre que
jamás, jamás nadie olvidará.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario